Nos tocaba visitar las dunas de arenas doradas, anaranjadas, al fin cambiante, según la incidencia de la luz. Cuando digo dunas parece como peroyativo, tendría que decir desierto, para entender la magnitud de las mismas, aclararemos que tiene una longitud de
Par la tarde casi a la caída del sol, me monte en un animal de cuatro patas por primera vez en mi vida, un camello sirvió de transporte, para adentrarnos como dos horas de caminata y llegar al poblado nómada, instalado para que los guiris pasemos una noche, en las arenas. Nunca mejor dicho, por que aunque duermes en una haima, tienes arena como colchón y la tela que te cubre, cuando la mueves, te reboza también en ella.
Por el camino, paramos para contemplar la puesta de sol, como desde que llegamos a la zona, todas espectaculares, tuvimos mucha suerte, por que al llegar tarde al albergue, por aquello de la boda, partimos los dos solos con nuestro guía y más a delante, alcanzamos a l resto de la caravana. Esta estaba formada por tres chicas italianas, ( lo mas desagradable en mujer, mas bien entupidas), otra pareja canadiense que hablaban muy bien español, enamorados de Sevilla y Granada, como todos los americanos, otra pareja italiana , mi amigo Pietro, con los que compartimos parte del regreso, gente súper simpática de Génova y una pareja recién casados japoneses y esta seria su noche de bodas. Un poquito arenosa.
La cena a la luz de las velas, fue romántica. La luna llenísima, nos impidió ver, la magnitud de las estrellas, pero si nos tinto las arenas de color plata, lo que nos permitía alejarnos del campamento, buscando la soledad y a un más silencio si cabe. Al alejarnos como unos
Nos montaron otra seudo fiesta berebere, esta vez con mas éxito, por que había algunas chicas sueltas de otro campamento, pero cuando estas se marcharon, de nuevo el silencio. Mejor, por que los que hacían de músico, eran para que lo enterraran.
Hablando de enterramientos, a este lugar, llegan en verano multitud de personas, aquejadas de reumatismo, para darse baños de arena caliente y parece que funciona.
La mañana asomo pronto y de nuevo, los mismos camelleros, que hacían de cocineros, camareros, nos ofrecieron un rico desayuno. Todo el lugar y la experiencia es de un mágico sublime, solo hay un inconveniente y es el siguiente. Como el campamento siempre es en el mismo lugar, el estacionamiento de los camellos también, pues esto conlleva, muchos excrementos de camello y consiguientemente, millones de moscas, que nada más salir el sol, nos pusieron a caldo.
Otras dos horas de camello o dromedario y de regreso al alberge de Sud, donde pudimos ducharnos y con el 4x4, regreso de la ruta, hasta Marrakech.
9 comentarios:
Pedro...
Otra lección de geografía y costumbres que nos das. Pero nos quedamos con las ganas de verte a tí montado en el camello, je,je.
Un abrazo y feliz día.
Así eran los viajeros románticos de finales del XIX.
Excelente relato y bellísimas fotos de las sombras de los camellos sobre las dunas.
Felicidades, amigo
Pedrito de mi corazón, me encantan tus historias desde el desierto. Y Espe feliz en el camellito.
Las cosntumbres y prácticas que nos detallas son enriquecedoras.
Mil besos hermoso mío. Te he extrañado
Pedro, te dejo comentarios pero no salen. Mira a ver si es que se van a alguna jaima... y no te enteras.
Cielo mío, te dejé un premio en mi blog, es de los facilitos, sólo hay que recogerlo, colgarlo y ya. Y si no lo haces, no pasa nada, sólo que seoas que pensé en ti
MIl besos
Que maravilloso viaje el que nos muestras hoy. Que bien contado, y que lindas fotografias.
Aaayyy!
Y yo aqui, currando, que le vamos a hacer, no?
Ha sido genial leerte.
Mil besitos?
PD: ¿Que tal la sensacion de montar en camello?
Un diez Pedro!!! de todas las aventuras que nos has contado de este viaje esta sin duda es la mejor...Me da que fue una de las rutas que mas te gusto, no???
Con esas fotos y como lo has narrado has hecho sentirme como si estuviera alli, la verdad es que dan ganas de ir.
Un beso y gracias por unirte a la causa de ayer.
Por cierto...que se me olvidaba, yo soy como tu Espe, veo de todo donde no hay, jajaja.
Mis amigos, gracias por la complacencia.
Amiga Silvia, montar en camello, es muy romántico por el lugar, inquietante por el posible peligro y relajante por la parsimonia de los andares. Pero no es cómodo, al menos en la silla que yo llevaba. Mejor dicho, mantas que después, se usan para dormir. África, es así.
Al amigo Félix, le diremos que de mi en el animal, puede ver mi mano y la fuerza con que agarraba el " volante ".
Besos y abrazos.
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