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25 noviembre, 2009

DUNAS DE ERG CHEBI- MARRUECOS


  El destino final después de atravesar el Gran Atlas, es llegar a la dunas de Erg Chebbi, el desierto que Ala impuso como castigo a los habitantes de Merzouga, por no haber ayudado a una viuda pobre  y a sus hijos, como castigo, las arenas del desierto, permanentemente, estarían llamando a las puertas de sus casas. Ayudar y hospedar al viajero, es una de las premisas de los pueblos nómadas. Las condiciones del terreno, exigen que esta regla de cortesía en otros lugares, aquí sean de obligado cumplimiento. Hoy la cuestión ya no es tan drásticamente llevada a la práctica, pero si tu coche queda averiado, ten por seguro que rápidamente, otros conductores, pararan en tu socorro.
       Nos tocaba visitar las dunas de arenas doradas, anaranjadas, al fin cambiante, según la incidencia de la luz. Cuando digo dunas parece como peroyativo, tendría que decir desierto, para entender la magnitud de las mismas, aclararemos que tiene una longitud de 20 km, ancho de 6 km y algunas una altura de 160 metros.
     Par la tarde casi a la caída del sol, me monte en un  animal de cuatro patas por primera vez en mi vida, un camello sirvió de transporte, para adentrarnos como dos horas de caminata y llegar al poblado nómada, instalado para que los guiris pasemos una noche, en las arenas. Nunca mejor dicho, por que aunque duermes en una haima, tienes arena  como colchón y la tela que te cubre, cuando la mueves, te reboza también en ella. 
  Por el camino, paramos para contemplar la puesta de sol, como desde que llegamos a la zona, todas espectaculares, tuvimos mucha suerte, por que al llegar tarde al albergue, por aquello de la boda, partimos los dos solos con nuestro guía y  más a delante, alcanzamos a l resto de la caravana. Esta estaba formada por tres chicas italianas, ( lo mas desagradable en mujer, mas  bien entupidas), otra pareja canadiense que hablaban muy bien español, enamorados de Sevilla y Granada, como todos los americanos, otra pareja italiana , mi amigo Pietro, con los que compartimos parte del regreso, gente súper simpática de Génova y una pareja recién casados japoneses y esta seria su noche de bodas. Un poquito arenosa.
    La cena a la luz de las velas, fue romántica. La luna llenísima, nos impidió ver, la magnitud de las estrellas, pero si nos tinto las arenas de color plata, lo que nos permitía alejarnos del campamento, buscando la soledad y a un más silencio si cabe. Al alejarnos como unos 200 metros, el silencio y la grandiosidad del lugar era tanta, que nos sobrecogimos y volvimos rápidamente al redil. También he de reconocer que Espe es un poco miedica, ella sola, ve cosas donde no las hay.
    Nos montaron otra seudo fiesta berebere, esta vez con mas éxito, por que había algunas chicas sueltas de otro campamento, pero cuando estas se marcharon, de nuevo el silencio. Mejor, por que los que hacían de músico, eran para que lo enterraran. 
 Hablando de enterramientos, a este lugar, llegan en verano multitud de personas, aquejadas de reumatismo, para darse baños de arena caliente y parece que funciona. 
     La mañana asomo pronto y de nuevo, los mismos camelleros, que hacían de cocineros, camareros, nos ofrecieron un rico desayuno. Todo el lugar y la experiencia es de un mágico sublime, solo hay un inconveniente y es  el siguiente. Como el campamento siempre es en el mismo lugar, el estacionamiento de los camellos también, pues esto conlleva, muchos excrementos de camello y consiguientemente, millones de moscas, que nada más salir el sol, nos pusieron a caldo.
    Otras dos horas de camello o dromedario y de regreso al alberge de Sud, donde pudimos ducharnos y con el 4x4, regreso de la ruta, hasta Marrakech.

9 comentarios:

felix dijo...

Pedro...

Otra lección de geografía y costumbres que nos das. Pero nos quedamos con las ganas de verte a tí montado en el camello, je,je.

Un abrazo y feliz día.

joseAntonio Bejarano dijo...

Así eran los viajeros románticos de finales del XIX.
Excelente relato y bellísimas fotos de las sombras de los camellos sobre las dunas.
Felicidades, amigo

:::::: dijo...

Pedrito de mi corazón, me encantan tus historias desde el desierto. Y Espe feliz en el camellito.
Las cosntumbres y prácticas que nos detallas son enriquecedoras.

Mil besos hermoso mío. Te he extrañado

joseAntonio Bejarano dijo...

Pedro, te dejo comentarios pero no salen. Mira a ver si es que se van a alguna jaima... y no te enteras.

:::::: dijo...

Cielo mío, te dejé un premio en mi blog, es de los facilitos, sólo hay que recogerlo, colgarlo y ya. Y si no lo haces, no pasa nada, sólo que seoas que pensé en ti

MIl besos

SILVIA dijo...

Que maravilloso viaje el que nos muestras hoy. Que bien contado, y que lindas fotografias.
Aaayyy!
Y yo aqui, currando, que le vamos a hacer, no?
Ha sido genial leerte.
Mil besitos?
PD: ¿Que tal la sensacion de montar en camello?

M Mar dijo...

Un diez Pedro!!! de todas las aventuras que nos has contado de este viaje esta sin duda es la mejor...Me da que fue una de las rutas que mas te gusto, no???

Con esas fotos y como lo has narrado has hecho sentirme como si estuviera alli, la verdad es que dan ganas de ir.

Un beso y gracias por unirte a la causa de ayer.

M Mar dijo...

Por cierto...que se me olvidaba, yo soy como tu Espe, veo de todo donde no hay, jajaja.

PEDROHUELVA dijo...

Mis amigos, gracias por la complacencia.
Amiga Silvia, montar en camello, es muy romántico por el lugar, inquietante por el posible peligro y relajante por la parsimonia de los andares. Pero no es cómodo, al menos en la silla que yo llevaba. Mejor dicho, mantas que después, se usan para dormir. África, es así.
Al amigo Félix, le diremos que de mi en el animal, puede ver mi mano y la fuerza con que agarraba el " volante ".
Besos y abrazos.